Presentación...

MIS FLORES DE ALGODON,
Helena , nació un sábado 12 de noviembre de 2005, cuando la vimos nos enamoramos de ella al instante, la habíamos esperado tanto tiempo, verla allí era emocionante, aun recuerdo la misma sensación, rápidamente nos acostumbramos a ser padres la verdad es que era una bebe buenísima , todo era maravilloso y NORMAL, como sueña cualquier pareja.

Toda esa magia y normalidad cambio cuando Helena estaba a punto de cumplir los 7 u 8 meses de vida, y su evolución dejo de ser como la de los demás niños y comenzó para nosotros un camino muy diferente al que habíamos imaginado.

El caso de nuestra niña, es un caso RARO, comenzó presentando el SINDROME PAROXISTICO DE LA MIRADA HACIA ARRIBA a los 5 meses, tiempo despúes continuamos con un RETRASO PSICOMOTOR, seguido por ATAQUES DE EPILEPSIA y HEMIPARESIA DEL LADO DERECHO, intolerancia al gluten, soja y lactosa pero a nivel neurológico, perdida de tono muscular de todo el cuerpo siendo necesaria el uso de un bitutor en su lado derecho o silla de ruedas para una deambulación normal... en los últimos meses presentaba hipotonía muscular en algunas zonas mientras que tenia rigidez en otras como por ejemplo el cuello llegando a tener que usar collarin para enderezar el cuello cuando tenia brotes de espasticidad.

Muchas noches de investigación delante del ordenador, libros y libros de medicina que nos ayudan a entender toda esa terminología médica de la que nos atiborramos, terapeutas que nos enseñan como realizar sus terapia y que hacemos en nuestras casas ...... y tantas y tantas cosas más.



Reuniones con otros padres en la misma situación, largas tardes de conversación donde compartir con personas que entienden lo que te sucede por que viven una situación parecida a la tuya.



Todo eso te hace más fuerte como padres y como personas, ver la capacidad de lucha que tu hijo o hija tiene ante cualquier adversidad, como superan el dolor, como siempre luchan sin quejarse, un día tras otro y si ellos pueden desde luego nosotros también.

12 años tardamos en ponerle nombre a la rara enfermedad de Helena, DEFICIT DE SEAPTERINA REDUCTASA, el resultado de esta enfermedad es que no genera DOPAMINA y SEROTONINA, por suerte tiene tratamiento y hay una grandiosa mejoría, pero despúes de 12 años tambíen hay daños adquiridos que puede que no desaparezcan.





Durante estos 12 años nos hemos dado cuenta de lo difícil que es convivir con una enfermedad rara, la falta de información para los padres y los profesionales de la medicina, educación y tantos otros, y la falta de medios a los que aferrarse por parte de todos.



En nuestro caso he de decir, que “jamas” nos hemos sentido solos a nivel médico, siempre hemos estado acompañados en este largo camino por su pediatra DOCTOR J.LASTRES asi como por su neurologo DOCTOR O.BLANCO que despues de tanto tiempo siempre buscando logro nuestro GRAN milagro.



Sin dejar atrás las maravillosas terapeutas Montse, Mabel, Maria, Maricarmen, Mariluz...y muchas personas más.



Este blog, es una pequeña ayuda , para todas esas dudas a las que nos vamos enfrentando cada día y espero aclare las dudas o de luz al camino de personas que estaban como nosotros buscando un camino dificil de encontrar.



Por Nuestros hijos... NUESTROS HEORES¡¡¡

lunes, 19 de agosto de 2013

Nuestros Hijos !! PEQUEÑOS TIRANOS ¡¡


               PEQUEÑOS  TIRANOS 
 

        " La ausencia de sensibilidad ante el dolor ajeno y su incapacidad para comprender los sentimientos de los demás diferencian su conducta de la de un 'niño consentido'. Son niños que nunca piden perdón y recurren a las 'lágrimas de cocodrilo' Y si no se ataja a tiempo puede generar un 'Trastorno de frialdad' o 'Psicopatía juvenil".


La ausencia de sensibilidad ante el dolor ajeno y su incapacidad para comprender los sentimientos de los demás diferencian la conducta entre un pequeño con el "síndrome del pequeño tirano" y un "niño consentido", explica la educadora y psicóloga Alicia Banderas sobre el perfil de estos menores. El ardid habitual de las "lágrimas de cocodrilo" y el no pedir nunca perdón de un modo sincero son otras de las peculiaridades de esta actitud, que algunos psicólogos califican también como el "síndrome del Emperador"y que ha motivado a que Banderas escribiera el ensayo Pequeños tiranos. "Estos pequeños eran los niños difíciles de antes, pero la acción educativa de sus padres y la gran contención social de esas épocas hacían que regresaran al buen camino, pero como ahora la educación es más laxa y los padres más permisivos, parece que han aumentado", subraya la educadora. Ahora la educación es más laxa y los padres más permisivos Banderas alerta de que esta actitud hay que atajarla a tiempo con la ayuda de especialistas ya que si no se reconduce de forma adecuada puede generar lo que en psicología se denomina "Trastorno de la frialdad" o "Psicopatía juvenil". "No es que sean unos pequeños Hannibal Lecter, pero sí que carecen de sentimientos; ante el dolor o la compasión, su cerebro se estimula de igual modo que si vieran una mesa o una silla", detalla esta psicóloga clínica, tras haberse realizado comprobaciones científicas con escáner. Un niño excesivamente impulsivo, o con rabietas exageradas o causante de la muerte de un animal sin remordimiento alguno, entre otros ejemplos, tiene todas las papeletas para transformarse en un "pequeño tirano" en la actual sociedad si no es tratado a tiempo. El nuevo 'rey de la casa' Banderas se queja de que hoy en día "el niño ha adquirido el estatus social de rey de la casa y, como los padres trabajan todo el día, les conceden todos los caprichos, no quieren tener conflictos cuando llegan por la noche y algunos abandonan su responsabilidad educativa". Para contrarrestar estas circunstancias, la educadora propone a los padres fijar unos límites y actuar con autoridad: "que es la suma de firmeza más cariño, sin autoritarismos, pero con contundencia". Los padres tiene que aprender a decir que no y educar en la empatía "Los padres tiene que aprender a decir que no, poner límites, establecer normas y educar en la empatía o en la capacidad de comprender los sentimientos ajenos como antídoto de la tiranía", enumera Banderas. También han de establecer intercambios proporcionales entre el esfuerzo que realizan y la recompensa que reciben, nunca dinero, ir delegando responsabilidades desde muy pequeños, proponerles objetivos y metas en la vida y enseñarles a sobreponerse ante las dificultades, opina la experta. Aprender a ser responsables "El cerebro no tiene un gen de la responsabilidad, sino que este sentido se aprende y así podrá incorporarlo a sus patrones de conducta", reflexiona Banderas. Los últimos estudios trabajan cada vez más en la inteligencia emocional y la resiliencia, la capacidad de las personas de enfrentarse y superar la adversidad, en este perfil de niños, como antídoto contra la tiranía. 

Hay un aumento de la agresividad en los menores "Es cierto que ahora hay un aumento de la agresividad en los menores, porque son menos tolerantes ante la frustración y más impulsivos, pero también es verdad que ahora pueden exhibir sus malos modos con mayor facilidad frente a los adultos que en otras épocas", Sobre los malos tratos de estos niños a sus madres, la parte emocionalmente más débil de la baraja familiar, la educadora considera que "antes, a los catorce años, un joven trabajaba de sol a sol y así gastaba sus energías, o le obligaban a estudiar".El árbol se endereza desde bien pequeño”, para mostrar que todo niño desde que nace, desde que empieza a echar sus raíces, necesita de una buena “tierra” donde pueda cubrir las necesidades básicas de protección, seguridad, amor incondicional,…para poder crecer de forma sana. Cuando hablo de forma sana me refiero a que el niño sea respetado en su singularidad como ser único, en su tiempo de desarrollo y en otros casos sea respetado en su discapacidad sea esta de cualquier índole.


Muchas son las reglas que desde fuera del nido familiar se intentan inculcar en la crianza de nuestros pequeños, algunas pueden ser las siguientes aunque hay muchísimas más: cuándo separar al niño del nido familiar, la edad para quitarle el pañal, el día del destete,…

Normas que dejan de lado las necesidades afectivas y psicológicas del niño. Necesidades tan importantes como cuantas veces habría que dar el biberón al bebe por la noche. Unas necesidades afectivas bien satisfechas y ajustadas al estado madurativo del niño darán a cualquier padre una buena guía en la educación de sus hijos. Cabe añadir en este sentido que nuestra sociedad ha destruido las viejas tradiciones de cuidado y educación de los hijos y ha dejado a los padres en una tierra de nadie donde en muchas ocasiones no saben que caminos emprender en la crianza de sus hijos. Y es en este estado de desorientación donde se vislumbran verdaderos peligros en la educación de nuestros hijos; nuestra sociedad ha esterilizado los sentimientos, antes de que el niño nazca ya se ha concebido la habitación para él, ya de alguna manera se le está separando del nido sin dejarle saborear y sentir el calor del mismo. Es justamente en esa vinculación con la madre, con el nido familiar donde el bebe desde bien pequeño empieza a interiorizar todo un sinfín de sentimientos y valores que le ayudaran a adaptarse a su medio y a honrar a sus padres. En definitiva tendríamos que apostar por una educación que respetara los ritmos del infante, para que el niño se adapte al entorno sin ningún tipo de trastorno y en caso de que se desarrollara el trastorno o dificultad, estimular y trabajar con el niño de una forma más humana y acorde a las necesidades del niño.

Por ende una educación, como bien dice la autora, donde no se dé todo en exceso al niño. Acabaría esta reseña con una gran interrogante ¿son los padres actuales lo suficientemente libres para poder dar a sus hijos una educación basada en unos límites y barreras razonables?

Como padres, debemos enseñar a nuestro hijo que tiene deberes además de dere
chos y fomentar su responsabilidad y su autonomía desde pequeño.


Hijos que exigen continuamente, que no toleran ni una frustración, que se encaran con sus progenitores... Hoy a nadie le extraña la expresión “niño tirano” y cada vez se oye a edades más tempranas, incluso a los 3 o 4 años. Y la cuestión es que, si la situación no se soluciona pronto, estos niños imposibles, habituados desde pequeños a salirse con la suya, acaban convirtiéndose en adolescentes muy problemáticos.
La clave para evitarlo está en sentar buenas bases desde la cuna. Sin embargo, a menudonos preocupamos mucho por la enseñanza de los conocimientos y obviamos la educación personal, tan fundamental para afrontar la vida adulta y tan difícil de forjar una vez pasados los primeros años.
EL ORIGEN DEL PROBLEMA
Pero ¿cómo llega un niño a convertirse en un “pequeño tirano”? El caldo de cultivo es unentorno lleno de derechos y carente de deberes, que comienza a gestarse cuando el peque tiene 1 o 2 años.
Y es que, a pesar de que es la genética la que determina el temperamento de cada cual, la forma en que lo expresamos, la personalidad, es fruto principalmente del ambiente en el que nos criamos, es decir, de la educación y la socialización. Por eso no debemos olvidar que los niños pueden ser egocéntricos o tener un temperamento más fácil o difícil, pero somos los padres los responsables de enseñarles cómo tienen que actuar y dónde están sus límites.
Y, salvo en casos excepcionales, cuando un niño toma el control de sus progenitores suele deberse a una educación en la que se producen de forma habitual errores como éstos:
  • Tratarle de igual a igual. Las cosas no tienen que ser ni “porque yo lo digo” ni “si es tu deseo”. Conviene que demos a nuestro hijo explicaciones adecuadas a su edad sobre las normas, pero una vez dadas, el niño tiene que obedecer. Es decir, podemos ayudarle a comprender el porqué de lo que queremos que haga, pero no buscar su aprobación. Si lo hiciéramos estaríamos pidiéndole experiencia, lógica y madurez, y eso es algo que no le corresponde.
  • Ponernos a su servicio. El niño debe aprender que la familia es una comunidad en la que cada uno aporta algo, dentro de sus posibilidades. Implicarle en tareas sencillas desde pequeño (recoger sus juguetes, ayudar a quitar la mesa...) le ayuda a hacerse responsable y a valorar el trabajo propio y ajeno. Además es importante que evitemos actitudes como hacer la comida a su gusto todos los días, dejarle elegir siempre el programa de la tele…
  • Concederle todos los caprichos. A veces se intenta compensar así la falta de tiempo con el niño. Pero si se habitúa a no recibir nunca un “no” como respuesta a sus peticiones, de mayor será incapaz de tolerar cualquier frustración. Lo mejor, si no podemos pasar con nuestro hijo todo el tiempo que desearíamos, es que nos centremos en lograr que ese tiempo sea de calidad. Jugar con él, escucharle, mimarle y ponerle límites es la mejor forma de demostrarle que nos importa.
  • Ceder para evitar conflictos. A priori puede parecer una solución, pero como padres no podemos limitarnos a pensar sólo en el corto plazo, sino que debemos preguntarnos cómo influyen nuestras decisiones en la formación de nuestro hijo. Si hacemos esta reflexión, veremos que ceder a sus demandas sólo hará que éstas aumenten día tras día.
  • Darle siempre la razón. Por mucho que se quiera a un hijo, la lógica dice que no puede ser siempre él quien esté en posesión de la verdad y los demás equivocados. Si le defendemos a toda costa, en oposición continua a sus profesores, a los otros niños, etc., terminará creyéndose el rey del mundo. Darle nuestro apoyo incondicional no significa ponernos siempre de su lado, sino enseñarle que todos cometemos errores y ayudarle a rectificar.
  • Valorar demasiado lo material. La idea de que es más feliz el que más tiene no se transmite sólo comprándole todo, sino también a través del ejemplo diario. Es función nuestra enseñarle a disfrutar de las pequeñas cosas y a no dar a lo material más importancia de la debida
MÁS ATENCIÓN EN ESTOS CASOS
Hijos únicos.
En las familias con varios hijos, unos suelen poner freno a los deseos de los otros, ya que hay que repartir el tiempo, el dinero, los gustos... Cuando se trata de un hijo único, hay que esforzarse más en poner este freno, para no convertir al niño en el centro del universo.
Padres separados. 
Si esta situación da lugar a un sentimiento de culpa o a una preocupación por la falta de tiempo con el niño, se corre el riesgo de intentar suplir las carencias concediéndole todos los caprichos.
Hijos de familias monoparentales.
Conviene evitar ver al niño como una víctima (“pobre, no tiene padre”), volcar un exceso emocional sobre él (“eres todo lo que tengo”) o ponerle en posición de adulto (“eres el hombre de la casa”).
Niños que pasan mucho tiempo con los abuelos. 
El problema aparece si son más flexibles que los padres. La última palabra es de éstos, pero si los abuelos no están de acuerdo en las normas, en lugar de obligarlos a ir en contra de sus ideas, habrá que buscar otra alternativa para cuidar a los niños.
QUÉ HACER CUANDO PONEN A PRUEBA TUS LÍMITES
Existen una serie de situaciones en las que la mayoría de los niños prueban sus límites. De la respuesta que demos a sus comportamientos dependerá que aprendan o no cuál es la actitud que esperamos de ellos.
Si coge una rabieta para que le demos algo.
  • Qué no hacer. Dárselo para poner fin a la rabieta. Así sólo aprenderá que con esa actitud logra lo que quiere.
  • Qué hacer. Llevarle a un lugar donde no moleste y esperar a que se le pase. Las dos o tres primeras veces se harán muy largas, pero acabará cambiando su conducta.
Si solamente quiere comer lo que le gusta.
  • Qué no hacer. Darle sólo los alimentos que quiere. Esta respuesta le llevaría a utilizar la comida como chantaje.
  • Qué hacer. Acostumbrarle a tomar un menú variado e ignorarle cuando se niegue a comer nada. Si algo no le gusta podemos dárselo de maneras distintas. Si ni aún así lo acepta, podemos eliminarlo, pero esto debe ser la excepción, no la regla.
Si se pone agresivo e intenta pegar.
  • Qué no hacer. Permitir que lo haga. Si le dejamos, aunque luego le regañemos descubrirá que tiene poder.
  • Qué hacer. Cuando intente pegar, sujetarle la mano o los brazos y decirle “no”, tranquilos pero con firmeza. Luego llevarle a un rincón hasta que se tranquilice.
Si cuando se enfada se vuelve destructivo.
  • Qué no hacer. Acceder a lo que pide, gritar o reaccionar con rabia: si ve que su actitud nos afecta, la utilizará más.
  • Qué hacer. Alejar los objetos delicados con tranquilidad, para demostrarle que no nos hará cambiar de opinión. Una vez calmado, habrá que decirle que repare el daño, con un plus (si ha tirado la leche debe recogerla y fregar) o quitarle algún privilegio.
blog de interes: 

educarges.blogspot.com/2011/11/el-nino-que-no-obedece.html


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